Por Andrea Esparza Belmonte
El propósito de este documento es describir brevemente la relación entre el cine y la educación, esencial para justificar los objetivos y las acciones de Ollin Detlani. Para ello, la tesis de licenciatura "Distribución del espectador sensible y emancipado: El cine como educación de la percepción. Un análisis a partir de Jacques Rancière". En Ollin Detlani reconocemos que el cine, como práctica artística, no es un lenguaje exclusivo de unos pocos, sino que está al alcance de todos los espectadores, independientemente de su extracción social. Dado que nuestro proyecto se basa en el reconocimiento del potencial del público al que va dirigido -a saber, las comunidades indígenas y afromexicanas del país-, creemos firmemente que cualquier persona puede encontrar y apreciar una obra de arte de forma independiente y, en consecuencia, que cualquier persona es capaz de educar su percepción a través del cine. Por ello, en las salas construidas por la organización se hará una cuidadosa selección de películas, ya que uno de nuestros objetivos es formar al público no como consumidores sino como espectadores del cine como práctica artística.
Con la educación de la percepción se afirma que el cine, como arte audiovisual compuesto de imágenes visuales, sonido y montaje, tiene la capacidad de educar la percepción de los espectadores. Cambia la percepción, la sensibilidad y la forma en que los individuos se relacionan con el mundo y con los demás, potenciando facultades como la percepción, la imaginación, la curiosidad y la atención -centrales en la educación-, ya que, en el tiempo y el espacio que el cine permite, es posible cultivar una mirada atenta y curiosa hacia el mundo compartido: "Además, esta mirada tiene un carácter crítico y reflexivo sobre las causas que el cine, como práctica artística, problematiza."[1] Por ello, es necesario reconocer el valor de la actividad del espectador, pues todo lo que logre al incorporar a su rutina un espacio de libre inactividad, que invite a la pasividad y a la contemplación, es de gran importancia, ya que esa es la condición en la que todos aprendemos y llegamos a conocer el mundo.
El impacto de las películas en niños, jóvenes y adultos -los destinatarios del proyecto y quienes conforman el público objetivo- radica en que "conmueven a sus espectadores porque en ellas se manifiesta el pensamiento de otro ser humano sobre un mundo que es común"[2] Como se mencionó anteriormente, cualquier persona puede encontrarse y apreciar una obra de arte de manera independiente, lo que implica ser capaz de construir un diálogo con ella, de traducir y experimentar lo que el artista busca comunicar al espectador. En este caso, la traducción se refiere al trabajo intelectual de interpretar, comprender y completar las ideas de los demás, de aportar explicaciones propias y, por tanto, de compartir ideas personales, por lo que "se produce una deformación del yo y de la sensibilidad personal [...] porque no es posible percibirse a uno mismo, a los demás o al mundo sensorial de la manera habitual después de relacionarse con una obra de arte"[3].
Además, una de las facultades más valiosas que potencia el cine es la imaginación, ya que las ficciones creadas por el cine y las imágenes que proporciona a la imaginación del espectador son esenciales para imaginar y percibir la realidad de diferentes maneras. En términos de acercar el cine a las comunidades indígenas y afromexicanas del país, es importante precisar que la imaginación está lejos de propiciar una negación o evasión de la realidad. Por el contrario, esta facultad permite construir otra realidad, una más deseable, la del empoderamiento y realización de las comunidades, ya que las imágenes que proyecta al espectador son las mismas que éste proyectará sobre el mundo y que guiarán su recorrido por él. En este sentido, el cine tiene la capacidad de educar la percepción porque transforma la percepción del individuo: "En pocas palabras, la educación de la percepción consiste en educar la percepción misma. Así, el cine educa la percepción y lo hace a través de la percepción"[4].
Por último, cabe mencionar un aspecto esencial del proyecto relativo a las salas de cine como templos simbólicos de la fe en el futuro, partiendo de la idea de que "el cine como práctica artística explora la satisfacción del deseo de historias y narraciones para fortalecer la invención y proyección de vidas futuras"[5] Aunque podrían considerarse otros medios para acercar el cine a las comunidades, la sala de cine en sí misma es de suma importancia por su dimensión técnica, ya que una película adquiere diferentes significados dependiendo del espacio en el que se proyecten las imágenes. La sala de cine, por el tamaño de la imagen, la oscuridad y el silencio que propicia el espacio, representa la distancia y la atención que esta práctica artística exige al espectador, cuya experiencia es radicalmente distinta a la de ver cine a través de otros dispositivos y espacios.
[1] Andrea Esparza Belmonte, "Distribución del espectador sensible y emancipado: El cine como educación de la percepción. Un análisis desde Jacques Rancière", tesis de licenciatura en Pedagogía, México, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, 2023, p. 94.
[2] A. Esparza, "Distribución del espectador sensato y emancipado...", 2023, p. 95.
[3] Idem.
[4] Ibídem, p. 107.
[5] Ibídem, pp. 94-95. Referencias consultadas: Esparza Belmonte, Andrea, "Distribución del espectador sensible y emancipado: El cine como educación de la percepción. Un análisis desde Jacques Rancière", tesis de licenciatura en Pedagogía, México, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, 2023, pp. 116.